A MI VIRGEN DE LOS DOLORES

MI VIRGEN DE LOS DOLORES

Esta noche te he visto Madre, he estado muy cerca de ti. Esta noche te he visto abrazada a tu hijo al pie de la cruz de donde acababan de desclavarlo, agonizante, moribundo, doliente. Te he visto más MADRE que nunca, Más DOLOROSA que nunca, uniéndose tus lágrimas con la sangre que cubría su rostro, con la cara transida de dolor por el fuerte puñal de pena que traspasaba tu corazón, los clavos de Cristo te laceraban tanto como a ÉL.  Y me he despertado con los ojos húmedos, confundiendo sueños y realidad. Son tan grandes los deseos de volverte a ver de nuevo acompañando a tu hijo, estás tan dentro de nuestra alma que tu recuerdo permanece más allá de la vigilia, se introduce en nuestro subconsciente y podemos sentir la tristeza  y la dicha al mismo tiempo de recrearnos en ensueños, con las imágenes que están prendidas en nuestras retinas.

Te he tenido muy cerca Madre.  Es por eso que cada vez se hacen más largos los días que faltan para volverte a ver por nuestras calles, bendiciéndolas, luciendo como la estrella más esplendorosa del firmamento, porque eres la luz que guía nuestras vidas, la esperanza que nos mantiene confiados, el refugio y consuelo para nuestros males. Derramas tanta Paz, tanto Amor, que llegan hasta nuestros corazones como las gratificantes gotas de rocío sobre las rosas al amanecer.

Eres la Madre. Lo mismo que te duele ese Hijo de tus entrañas, el Cristo de las Almas, te duelen todos los hombres. Cristo dio su vida para redimirnos y tú sigues su ejemplo con tu amor misericordioso y magnánimo.

Virgencita de los Dolores, ruega por todos nosotros que ansiamos como nunca seguir acompañándote para demostrarte una vez más, nuestro eterno amor, fervor y devoción.

Mª Belén