Redacción El Eco de Bobadilla 7/7/2024
En el bullicioso ambiente de la feria de Bobadilla Estación, entre luces brillantes y risas, se encuentra una caseta que ha sido testigo de un siglo de historias y tradiciones familiares. José Ibáñez, el actual dueño y feriante, ha llevado con orgullo el legado de su familia, ofreciendo los turrones más deliciosos y tradicionales a generaciones de visitantes. Este año, la caseta de turrón de la familia Ibáñez celebra sus 100 años de historia.
El padre no solo mantuvo viva la tradición, sino que también modernizó la caseta, añadiendo nuevas variedades de turrón y expandiendo su presencia en ferias de diferentes regiones. Su dedicación y esfuerzo consolidaron el negocio familiar, convirtiendo la caseta en una parada obligatoria para los amantes del turrón.
La Nueva Generación
José Ibáñez, creció entre los aromas y sabores del turrón. Desde pequeño, ayudaba en la caseta, aprendiendo los secretos de la venta, elaboración y el trato con los clientes. Para José, continuar con la tradición familiar no era solo una responsabilidad, sino un honor y una pasión.
Cuando José tomó las riendas del negocio, lo hizo con la misma dedicación y cariño que sus predecesores. A lo largo de los años, ha mantenido la calidad que caracteriza a los turrones Ibáñez, adaptándose a los nuevos tiempos sin perder la esencia artesanal. Introdujo innovaciones como envases más atractivos y opciones sin azúcar para satisfacer a un público más amplio, pero siempre respetando la receta original de su abuelo.
Un Siglo de Historias
La caseta de turrón de José Ibáñez es más que un negocio; es un símbolo de perseverancia y amor por la tradición. Cada año, en cada feria, la caseta no solo ofrece turrón, sino también recuerdos y momentos compartidos con amigos y familiares. Muchos clientes regresan año tras año, recordando las visitas con sus padres y ahora trayendo a sus propios hijos, manteniendo viva la conexión entre generaciones.
Los Ibáñez han sido testigos de cambios significativos en la sociedad y en la feria misma, adaptándose a los tiempos mientras mantenían intacta la esencia de su producto.
Mirando hacia un futuro incierto, José Ibáñez está decidido a seguir adelante. “La caseta de turrón fue años atrás un pilar en las ferias, y ahora no le veo futuro, la gente pasa por delante de mi puesto me saludan, pero ya no es lo que era, me mantiene la tradición y el cariño por el buen trabajo de mi abuelo y de mi padre, siempre he dicho que es un lugar donde el pasado y el presente se encuentran en cada bocado dulce”.
En un mundo donde las tradiciones a menudo se desvanecen con el tiempo, la historia de José Ibáñez y su caseta de turrón es un recordatorio del poder de la perseverancia y la importancia de mantener vivas nuestras raíces.
Así, con cada pedazo de turrón que ofrece, José no solo endulza el paladar de sus clientes, sino también sus corazones, continuando un legado que ya ha cumplido cien años y promete seguir muchos más.